El siguiente paso para organizarme mejor y trabajar más cómodamente es pasar las fotos a DNG. Un formato abierto de negativos digitales (aunque pertenezca a Adobe) que tiene la ventaja (a parte de reducir muy sensiblemente el peso del archivo sin perder calidad) de almacenar dentro los datos de los cambios que le aplicamos al raw, en lugar de depender de archivos externos, lo cual me permite cambiar de programa de procesado, no perder las modificaciones y volver a procesarlo de cero si me viniese en gana. El único problema es que con el volumen de fotos que he acumulado a lo largo de los años estoy obligado a hacer una selección optimizada y quedarme solo con lo que realmente tiene utilidad para mi, sin contar con el número ingente de horas que tendré que dedicarle a exportarlas, pero es una inversión de futuro.